Desde las tripas
Retrato doble de Juankar Cardesín |
En esta sociedad , donde lo correcto, la higiénica cultura parecen ser valores añadidos al arte, da gusto encontrarse con la pintura de Mónica, real, en ocasiones brutal, pero cargada de emociones, emociones que vamos perdiendo, Su pintura nos sitúa en el terreno de lo humano. Emociona por la sensibilidad descarnada, de una pintura íntima, una biografía de imágenes, y a la vez esperanza en la raza humana, cada obra, cada imagen nos sacude como si algo bueno estuviera a punto de ocurrir, vive dentro de su obra. La pulsión de la carne. Su trabajo se hermana con la obra de otros artistas a los que admiro. Siegfried Anzinger, Rainer fetting, Munch, y tantos que pulsionan la emoción y la vida. Una pintura para ver desde dentro, el interior de nosotros mismos, como espectadores de este gran decorado que es la vida.
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Retrato de Eduardo Alvarado |
Mónica es una pintora "realista" en cuanto a la técnica y la
temática. Desde una iconografía a caballo entre el romanticismo y el
simbolismo del pasado, y el costumbrismo de la cultura popular
contemporánea -y de formación profesional de los medios de comunicación-
uno de los innumerables valores que sorprende en la obra de Mónica es
la relación establecida entre una elevada cultura popular y una
temática autobiográfica. Ella es una pintora cuyo pensamiento estético
gira igual que en sus compinches nórdicos, como Fetting o Anzinger, en
torno al concepto de Eros y Thanatos, pero excepcional en su sincero y
profundo análisis de dicha temática desde una personalidad femenina
contemporánea. Pintora sumamente sensible y con un pensamiento
brillante, del que da buena cuenta la calidad literaria de los títulos
con los que nombra a sus obras, se expresa con una libertad sin límites
en recursos e imaginería, en escenas y pasajes que comprenden un
espectro de imágenes que abarcan desde las más descaradas o agresivas a
las más poéticas y oníricas. En sus propias palabras: “con las tripas y
sin concesiones”.